Primer Dan
Fue un domingo tranquilo por naturaleza, pero estropeado para mi. No por los nervios de llegar al rango, sino por una noche ajetreada con un alcohol desconocido, fuerte y con un grupo de samurai, quienes fueron mis maestros para luego convertirse en una hermandad.
La mañana del examen todavía sentía los efectos del fuerte ron, revolcándome el estomago y amenazando con hacerme vomitar. Pensé por un segundo, como seria yo capaz de tomar este examen bajo esas condiciones, mucho menos conducir. No obstante no había lugar para marcha atrás. Económicamente no me era viable viajar a tomar un examen y la única opción para perderse una oportunidad como esta, era muerto.
Por lo tanto como desperté temprano a causa de los malestares en el estomago, mi madre comprensiva como de costumbre, me preparo una sopa caliente con vegetales y una mezcla de limón con agua y un poco de " baking soda". Media hora de descanso, mientras preparaba mis cosas fue suficiente para sentir una leve mejoría pero no completa. Aun así, con fuerzas renovadas, me prometí no volver a beber de ese ron tan fuerte y destructor de estómagos jamas en mi vida, sabiendo que esta promesa era comparable con escupir hacia arriba y recibir el escupitajo en la frente.
A la llegada al dojo de Judo donde había sido el seminario de Iaido el viernes, el de Kendo el Sabado y ahora el examen domingo, la gran mayoría de los presentes lucían cansados. Los examinados parecían ansiosos, haciendo ajustes a las katas y pendientes al proceso. Yo quien tenia un malestar de estomago terrible, combinado con una ligera sensación de diarrea (perdonen la crudeza), busque el mas cómodo de los tatamis de Judo, usados para practicar y ejecutar caídas, y me acosté sin mas nada que pensar reuniendo fuerzas para el examen.
Nadie se atrevió a molestarme, quizás porque conocían la turbulenta pero divertida noche anterior y no era normal verme de esta forma. Me levante en varias ocasiones de mi lugar de descanso, pero la mayoría del tiempo, regresaba a este tatami sagrado, acostándome y cerrando mis ojos, aparentando descansar. Era lo menos que hacia. Mi cuerpo descansaba, pero mi mente viajaba recordando las katas y los detalles corregidos durante el seminario de Kendo.
Los primeros en empezar el examen fueron los kyu y después de un rato, Sensei Marcos me dijo que me pusiera todas las partes del bogu excepto el men. Otro esfuerzo desgraciado. Donde el cuerpo me dolía, al llegar a seiza mis piernas estaban estropeadas por alguna extraña razón y la cabeza me daba vueltas, pidiéndome la comodidad del tatami. Pero tendría que esperar le gustara o no. Debía pasar este examen, había esperado mucho para esto y pasado por muchas cosas para llegar a este momento.
Mientras los kyu continuaban en su examen, estire un poco los músculos pero al poco lapso de tiempo, no quise aminorar las pocas fuerzas que tenia. Maldecía el alcohol y el ron caña cada vez que sentía un malestar. Regrese al tatami acostándome con todo y armadura. Mire varias veces a los que se examinaban, dejándolos de mirar al poco tiempo pues me causaban un poco de ansiedad. En un corto periodo de tiempo, creo haberme dormido. Porque los gritos cesaron y el sonido de los shinai desapareció. Cuando regrese sobresaltado, fue bajo la tranquila pero autoritaria voz de mi Sensei, diciéndome que me pusiera el men.
Me levante con un súbito animo y sin pensar en nada. El momento había llegado. Seria el primero de los que aspiraban a un rango de Dan en tomar el examen. Pensé que tendría que realizar los movimientos básicos de Kendo, seguido por un Keiko (combate). Por lo general eso no era difícil, siempre y cuando se supiera lo que se esta haciendo. Pero en mi caso, con lo mal que me sentía aquello me parecía un obstáculo enorme. Especialmente cuando me dijeron que lo básico ya no formaba parte de mi examen y que yo pasaba rápidamente al Keiko.
Mi primer oponente era un compañero de dojo a quien conocia muy bien. Su propósito era atacarme tal si fuera un genuino combate, pero se contuvo de hacerlo en varias ocasiones, abriendo su kamae para mi ataque. Esto no era lo que debía hacerse, pero el no lo sabia y sus intenciones fueron las de ayudarme a pasar. A causa de esto y buscando lucir de la mejor manera posible, me dedique a lanzar ataques continuos uno detrás del otro; teniendo en consideración mi forma, kamae, postura, kiai fuerte que mostrara mi espíritu de combate y no puede faltar el zanshin.
La combinación de todo eso que explique no hubiera sido tan difícil bajo circunstancias normales. Pero con lo mal que me sentía ese día, cada nuevo kiai y movimiento me revolcaba el estomago. Sentía nauseas y algo asomándose hacia mi garganta. En ese momento no me daba el lujo de pensar en inseguridades. Solo pensaba en continuar hasta por fin escuchar el grito de "Yame".
Cuando por fin nos pidieron que nos detuviéramos, para mi había pasado una eternidad. Mi adversario se mantuvo relativamente quieto recibiendo golpes. Al retroceder, en lo que mi próximo oponente se preparaba, sentía mi pulso acelerado, jadeaba ( sin permitir que esto se demostrara en mi físico) como un caballo en una larga carrera de hipódromo, las piernas me dolían, las manos me temblaban, la armadura me pesaba y me sentía mareado casi flotando.
Y a pesar de sentirme de esa manera, allí estaba; parado como si nada estuviera pasando, listo para mi próximo oponente, quien de por si sabia que no seria tan fácil como el primero. Mi segundo oponente era el Sempai del dojo de Mayagüez. Es algo así como una leyenda entre nosotros por su estilo de combate, ferocidad y velocidad. Si tiene algún defecto es su constante perdida de postura, seguido por movimientos poco comunes con su shinai para distraer o cualquier otra cosa que se le ocurra. Sensei Kataoka, lo aconsejo mas tarde que debía cambiar ese estilo a uno mas centrado y menos movido. No es que no engañe, tampoco que no se mueva, el problema es que pierde su postura y su Kendo pierde seriedad. Como diría Sensei Kataoka: "it looks funny".
A mi me parece interesante su estilo de Kendo. Te obliga a mantenerte preparado para cualquier cosa y lo hace totalmente impredecible. Pero cuando escucho esas palabras y que por poco no pasa su examen de Segundo Dan por eso, vi reflejado cierta molestia en su rostro. El Kendo es como un libro. Tantos años escribiéndolo, para que alguien te diga que debes editarlo. Nunca se saborean bien esas palabras. Pero con humildad debemos aceptarlas, ya que son con el propósito de hacernos mejores kendokas.
Muchos tiemblan de tan solo tener a este experimentado hombre al frente. Yo debo confesar que algunas personas me hacen tener segundos pensamientos. Con el tiempo he descubierto, que no son mas que obstáculos destinados a superarse. Murallas destinadas a derrumbarse, no necesariamente con la victoria, si no con el solo hecho de atreverse a enfrentarlo de frente abandonando el pensamiento y simplemente combatiendo.
Por lo tanto puede que sea mas rápido, mas experimentado, aminore mis defensas y logre entrar con facilidad. Pero no le daré el gusto de que piense que le tengo miedo. Porque sigue siendo humano y como tal, puede ser derrotado.
Nuestro combate empezó con un fuerte kiai. Luego nos envolvimos en varios debana men. Se dejo asestar varios kote, para luego dejar de hacerlo y atacarme. El combate iba a paso acelerado, cansándome con cada movimiento. Cuando chocamos de nuevo y nos alejamos me sentí muy debilitado y sin el animo de avanzar.
Mantuve mi distancia por unos segundos, para recuperar el aliento. El Sempai buscaba acercarse y sobrepasar la distancia de toi-mai. No se lo permití. Si llegaba a Issoku, conociendo a este hombre, lo próximo seria un ataque rápido a mi kote seguido por un Men. Lo conocía lo suficiente para saber que con su peculiar estilo de combate, consideraba en ocasiones muy arriesgado lanzar un men. Por lo tanto a causa de mi continuo retroceso, cuando consiguiera la oportunidad, atacaría mi kote como distracción o ataque para continuar al men.
Por consiguiente, conociendo de manera instintiva lo que me esperaba, la mente la tenia bloqueada pensando en mi cansancio. No deseaba moverme y me sentía debilitado. Porque no nos decían que nos detuviéramos? Que mas deseaban ver?
Con mi espíritu desvaneciendose en inseguridades y pensamientos, un instante recuerdo vino a mi mente como una imagen acelerada, en donde se recuerdan los detalles, pero no necesariamente se ven las cosas paso por paso en la mente. No era necesario que viera todo eso.
Horas antes de mi Padre morir en una sala de emergencias del avanzado cáncer que lo aquejaba, este era atendido por los médicos y enfermeras lo mejor posible. Sin embargo, lejos de el, nos decían la realidad de que no se podía hacer nada por el. Era solo cuestión de esperar cualquier cosa menos la ayuda humana. Todos esperábamos un milagro, porque la esperanza es lo ultimo que se pierde. Recuerdo que su piel, parecía haberse fundido con los huesos de tan delgado que estaba. Su voz era torpe, debido a los medicamentos para aminorar el dolor, pero a pesar de su estado letárgico, mi Padre siempre estuvo consciente de todo. Tan consciente que ahora que lo pienso me pregunto, como pudo aguantar tanto sufrimiento? Día tras día agarrado a la esperanza de la quimioterapia la cual solo hizo destrozarlo mas.
Mientras las enfermeras lo atendían, esto era todo parte de un proceso de espera y constante pase de tranquilizantes del dolor como la morfina. La familia directa presente, le brindaba esperanzas y buscaba llenarlo de animo en este fuerte momento. Pero cuando salían a la sala de espera, era solo para quebrantarse en llanto. Consolándonos unos a otros volvíamos a reunir fuerzas y poner nuestra mejor cara. Seguir diciendo mentiras de compasión, para llenar de fuerzas a un hombre que deseábamos un poco mas de tiempo a nuestro lado.
En una ocasión que me dejaron solo con mi Padre, me canse de las miradas curiosas de la gente con familiares. Acaso nunca habían visto a una persona enferma? Corrí la cortina, lo arrope mejor con la frisa porque el le molestaba mucho el frío y todos sabemos el frío infernal que hace en un hospital. Le di un poco de agua y vi su lengua seca. Casi se le hizo imposible tragar. Continúe con la costumbre desesperada de brindarle fuerzas y decirle que saldría de allí al día siguiente, que toda esta debilidad era a causa de la quimioterapia. Pero mi Papa no era ningún idiota y hasta en sus últimos momentos, era imposible que se le tomara el pelo.
Quizás vio la inseguridad en mi rostro o a lo mejor mis ojos presentaron alguna muestra de que estuve llorando. Sea lo que halla sido, mi Padre agarro mi mano izquierda apretándola con fuerza. Lo mire a sus ojos verdes, los cuales estuvieron opacos todos esos días y ahora estaban con un color verde intenso y brillante, como nunca lo había visto. Con su voz letárgica pero mostrando algo de la energía de días pasados, me dijo: "Tu tienes que ser fuerte, porque yo soy fuerte..."
Nada mas me dijo después de eso. Se fue nuevamente en su estado inducido entre este mundo y el otro. Pero me lleno de fuerzas y una energía que aun desconozco de donde proviene. Cuando murió me toco verlo dar su ultimo suspiro. Luego darle la noticia a mis dos hermanos y otros familiares. En el funeral (no porque yo quisiera) llegue primero antes que los arreglos florales. Y en el entierro, cuando hacia falta uno mas para llevar su ataúd, iba yo al lado derecho en la parte de en frente. Todo esto y muchas otras cosas mas, solo pude lograrlo, con aquellas palabras, mas bien ordenes, la mirada fija hecha con lo ultimo de su vida y ese apretón que era como si me pasara su fuerza, su energía, el abrazo que no podía darme, la despedida y el recuerdo.
El recuerdo relámpago de las palabras de mi Padre me transporto a ese tiempo y me regreso a velocidad luz. Respire profundamente y me adelante a Issoku. Abrí mi kamae con sutileza exponiendo mi kote. Casi instantáneamente el Sempai ataca mi kote mientras se mueve hacia al frente. Yo llevo mis manos y shinai hacia mi pecho esquivandolo y atacando su men descuidado.
El "yame" llego segundos después y todo había terminado. Yo estaba sorprendido, pero mas aun conmovido. Luego de las katas el examen concluyo. Pase a Primer Dan. No me dijeron muchas palabras como a otros. Solo: "muy bien, sigue practicando". Era todo lo que necesitaba. Algunas lagrimas descendieron por mi rostro. Los que me vieron, pensaron que era una muestra de humildad y emoción por alcanzar el Primer Dan. No tenia el deseo ni el tiempo para explicarles.
Aquello era otra cosa. El examen para el Primer Dan es relativamente sencillo. El proceso de crecimiento para alcanzar tal rango es lo verdaderamente complicado. Y yo había perdido, ganado, sufrido, llorado, peleado, tomado desiciones difíciles y pasar por el duro proceso de decir adiós. Donde realmente se alcanza el rango es en la experiencia de vivir. Puedes equivocarte, básicamente esa es la idea y aprender de tus errores. No es llegar, tampoco ganar, es sobrevivir.
El resto del seminario disfrutando mi victoria, volví a mi tatami sagrado, acordándome de mi Padre. Se me acercaron, me dijeron que continuara practicando a lo que les dije lo mal que me sentía del estomago. Que de paso creí sentirme un poco mejor después de eso. Riéndome solo tire el cinturón de herramientas como mi Papa solía hacer. Luego imite sus palabras: " Ya yo hice lo que iba a hacer...lo demás ...que se joda".
Me encanta leer tus relatos. You should write a book, si es que no estás ya en el proceso.
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