Primeras Notas


…Llevo exactamente cuatro años en Kendo. Eso no me hace un experto. Me da la responsabilidad de estudiar más. He leído muchos artículos como parte de mi formación dentro de arte con un sinnúmero de ideas y teorías. Maestros y estudiantes tienen diferentes formas de hacer lo mismo. A su vez existen distintos ejercicios de entrenamiento. Algunos demasiado fuertes y otros que van aumentando de intensidad. 

      En fin el Kendo como cualquier ciencia o arte marcial es todo un universo aparte. Donde existen críticos, aficionados, practicantes, observadores, intelectuales…Kendo es algo de belleza y elegancia. Estilo y forma. No puede faltar el respeto y la disciplina. Cada vez que nos ponemos la armadura en ese estilo de meditación acompañado de constante atención somos parte de una tradición milenaria. De guerreros, espadachines de samurái. Para bien o para mal un kendoka representa un samurái moderno. En tiempos antiguos él Kendo era un asunto de vida o muerte. En estos tiempos no lo es pero lo simboliza. Y eso a mi entender es más que suficiente. 

       Cada corte en Kendo fue desarrollado para eliminar al oponente de una manera rápida, efectiva sin mucho movimiento que resultara en un gasto de energía. Si lo analizo desde ese punto de vista, llego a la conclusión de que he muerto tantas veces que ya perdí la cuenta. Pero con cada enfrentamiento dejo atrás el miedo, la duda, la confusión y más importante el orgullo. 

        Uno deja de pensar tanto en ganar o perder. Sin embargo no significa que salga la necesidad en ocasiones especiales. Somos en ocasiones esclavos de las circunstancias y debemos hacer lo mejor en cada una de ellas o aprender de ellas. Kendo es la manera más simple de expresar este concepto.

           En el transcurso de este “blog” me dedicare a escribir sobre mis experiencias en Kendo. Yo no lo sé todo. A pesar de que parece un largo camino, apenas estoy empezando. Asique sin ánimos de ofender a nadie espero que les guste mis comentarios o anécdotas. Empezare desde el principio. Donde está el comienzo, donde está el propósito, pero sobre todo la pregunta ¿Por qué lo hago?
     

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