El desarrollo de un kendoka a mi entender, depende del esfuerzo del estudiante, el tiempo de práctica, la búsqueda de conocimiento y sobre todo un buen maestro. Un buen estudiante es un reflejo de su maestro. Si se tiene un maestro detallista, se notara que los mas mínimos detalles serán refinados en el estudiante y este a su vez, si algún día le toca enseñar, seguirá su propio conocimiento, combinado con las enseñanzas y estilo de su maestro. Lo curioso es que a pesar del rango, no cualquier kendoka está apto para enseñar. Porque eso de enseñar es todo un arte en sí mismo.
La primera vez que conocí a mi Sensei esperaba yo un hombre fortachón. En su lugar encontré a un hombre simple, sencillo de humilde aspecto y capaz de brindar confianza. Nunca grita ni habla con brusquedad. Siempre brinda una sonrisa, espera lo mejor de cada uno de sus estudiantes y cuando presiona es porque conoce lo que uno puede dar. Lleno de paciencia enseña a los diferentes estudiantes con sus personalidades, conociendo la velocidad de aprendizaje de cada cual. Siempre está disponible para escuchar y responder. Incluso aconsejar en asuntos que no tienen nada que ver con Kendo.
Sensei es capaz de enseñar más allá del Kendo. Con su humildad, confianza, paciencia, respeto y sencillez; es bien difícil no aprender o hacer parte del carácter esas actitudes. En resumen si tienes el deseo de aprender, Sensei tiene el deseo de enseñar. Es su vocación. Es su misión.
Sensei acepta sugerencias. Esta siempre aprendiendo cosas nuevas y nunca manda a realizar algo que el mismo no halla intentando. Este tipo de enseñanza y carácter es lo que hace crecer a un kendoka más allá del shinai. Así somos estudiantes. Pero también una familia.
Incluso cuando comete un error, Sensei es capaz de admitirlo y rectificar. Eso entre otras cosas es suficiente para conocer al maestro, no tan solo como el experimentado conocedor de la vía del sable, sino también como ser humano. Recuerdo los momentos donde no había estudiantes, al igual que los períodos difíciles que ha pasado el Dojo. Sensei practicaba con igual optimismo, amplia sonrisa que lo caracteriza y determinación.
Fue el momento perfecto para conocerlo aun mas desarrollando el respeto y la cordialidad. Mirando el pasado, nuestro Dojo siempre ha contado con gente talentosa, innovadora y servicial. Aunque gracias le debemos dar a Dios, también se debe a las enseñanzas y carácter de nuestro Sensei. Quien le brinda una sonrisa a la adversidad. Quien abrasa los retos y toma las crisis como una oportunidad de crecimiento.
Ahora que miramos atrás, el trayecto ha sido de todo menos infructuoso. Por lo tanto aunque ha pasado el tiempo y algunas cosas han cambiado, en algo coincidimos Sensei y yo; este es apenas el comienzo de una larga aventura.
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