Desde
el principio de este año, he estado pasando por situaciones un poco
difíciles. Empece el año con el cuadro critico de salud de mi
padre, para luego ser testigo de sus ultimas horas y segundos de
vida. Luego me toco verlo dar su ultimo suspiro antes de abrazar la
muerte. Es una memoria que no se desvanece con facilidad y aparece en
instantes inesperados. Luego de eso pase por algo que nunca me he
dispuesto a comentar y por raro que parezca, me ha resultado mucho
mas difícil de entender y superar; mi separación con la que era mi
novia. Para muchos es algo de no mucha relevancia. Para mi fue algo
inesperado (especialmente de la forma tan vil y traicionera en la que
ocurrió) y a pesar de que teníamos nuestros problemas, los veía
como fases que dos personas jóvenes pasaban para aprender.
Aparte
de todos nuestros dramas y peleas épicas, donde ya todos nos daban
por locos y no nos prestaban mucha atención; ella era mi mejor
amiga. La única capaz de entenderme y que conocía cada parte de mi.
Con el silencio y las miradas nos hablabamos, nos reíamos o
llorábamos, conocíamos los gustos del otro y algunas peculiares
manías de ella se me contagiaron. Después de cuatro años de
relación, empece a entender su amor por los animales y aunque no se
lo demostraba, sentía cariño por sus animales y una gran admiración
por ese respeto y sensibilidad que ella tenia. Algo que se me ha
pegado también. He tenido suficiente tiempo para odiarla, para
amarla, llorarla, extrañarla, detestar canciones, momentos y
lugares, reírme como si la tuviera a mi lado y hablar con ella como
si fuera un fantasma.
Hace
un tiempo atrás, hice una de esas estupideces que hacen los hombres;
beber como demente. Recuerdo que mi sobrino me llevo a mi casa y por
el camino yo lloraba como un niño. El pensaba que eran los efectos
de la bebida, lo cual en parte eran. Pero también, era todo ese
tiempo que me había hecho fuerte, frente a mis familiares, a mis
amigos y a ante todos aquellos que piensan que la odio. Logre entrar
a mi casa y por alguna razón que desconozco, termine en el piso de
la cocina; gritando el nombre de mi ex novia. En el pasado ella solía
aparecer. Estaba su voz o su presencia. Pero ahora, solo había
silencio. Ella no me ayudaría a levantar como antes. Ella ya se
había ido. Me enseño a través de la relación, todo lo que debía
enseñarme y ahora me tocaba a mi hacer la próxima parte.
Gracias
a Dios, a mis amigos, a la disciplina marcial, las palabras de gente
extraña que Dios me ha puesto en el camino y a las enseñanzas de mi
padre; he logrado sobrevivir. Un día a la vez. Pero desde que se
fue, mi mundo esta un poco loco. He pasado por ansiedades, me he
resistido a la soledad sin aceptar que esta es la fase que me toca.
He sido atormentado por recuerdos donde reconozco que fui orgulloso y
pude haber hecho las cosas mejor. Analizo en que pude haber fallado.
Me aparece en los sueños como para molestarme y de vez en cuando,
aparece un imbécil a decirme que la vio en algún sitio. Si,
imbécil. He dejado bien claro que no quiero que me digan nada de
ella, al menos no por ahora. Pero siempre se le olvida a un idiota.
Algunos
meses han pasado desde aquella guerra y por fin me digne en sacar
unas cosas del apartamento que nos alquilo mi hermano hasta que nos
separamos. Las memorias están en cada pared y en cada rincón. Es
como tenerla de frente. La recordaba entrando de trabajar cansada y
derecho al sofá. O encontrándola dormida en el sofá con el
televisor encendido. La mayoría del tiempo, no la despertaba y solo
la arropaba. La imagine jugando con sus perras o riéndose de mis
ocurrencias. Porque me encantaba hacerla reír. Entre a nuestro
dormitorio y recuerdo nuestra estúpida discusión sobre de que lado
dormiría cada cual. Luego como yo vigilaba su sueño cuando la
escuchaba con asma y como la ayudaba a darse terapias, la arropaba o
sencillamente la veía dormir. Solía observala demasiado, con el
propósito de que cuando estuviera lejos, siempre recordarla. Ahora
pienso que fue una mala idea.
El
pequeño y acogedor apartamento, que se supone que fuera nuestro
comienzo, parecía una zona de guerra. Fue tan rápido que nos fuimos
de aquel lugar en rumbos aparte en medio de discusiones, que el lugar
habla de eso. Dejamos algunas cosas que en el momento no tenían uso.
Yo las guarde todas, porque cada una representaba un recuerdo. Y yo
por alguna razón, soy de guardar recuerdos. Especialmente unas gafas
que me compro, que en secreto no me gustaban, pero las usaba como
quiera para hacerla feliz. La correa de su perra fallecida allí
mismo en el apartamento, fue lo mas que me impresiono ver. ¿Como es
posible que ella hubiera olvidado eso?
Era
una perra vieja de 13 años de edad. La vejez no se le notaba porque
era blanca completa y parecía joven a veces. Ella intento salvarla
llevándola a veterinarios. Era lo menos que podía hacer y al
principio yo no lo entendía. Hasta darme cuenta que era mas que un
animal para ella, incluso para mi. Esa perra creció con ella por 13
años. Esa perra creció conmigo por 4 años. Fue el testigo
silencioso de muchas de nuestras loqueras y eras mas agradecida que
muchos humanos que conozco. Recuerdo que una vez tuve que darle de
comer y beber acercándoselo a la boca, porque no tenia fuerzas ni
para moverse al plato. Mi ex pensaba que ella no quería comer por lo
tanto se fue a trabajar y me dejo al pendiente de ella. Algo me
motivo a intentar otro acercamiento y funciono. Nunca olvidare, como
al siguiente día se levanto y en vez de ir a donde su dueña, vino a
donde mi pidiendo que la acariciara. Mi ex novia sonrió y la llamo
varias veces, pero ella la ignoro. La cosa era conmigo. Me estaba
dando las gracias. La correa rosa de esa perra llamada Lizbeth, esta
en mi cuarto, donde la pueda ver cada día y recordar que debo tener
compasión y ayudar a los demás siempre pueda y hasta cuando parezca
imposible. Las gafas me acuerdan que la felicidad del otro es a veces
todo lo que se necesita, para encontrar felicidad también.
Aquí
otra cosa que no he logrado decir hasta ahora; mi ex novia se llevo
una parte de mi alma. Es una tristeza que llevo a pesar de reír,
apreciar la vida, lo que me enseño y de estar en esa lucha constante
de perdonar para poder crecer. Nadie parece entenderlo y yo tampoco
estoy interesado en que me entiendan. No soy el mismo y mis puntos de
vista son a veces demasiado pesimistas. Con todo y eso he logrado
sobrevivir.
Y
por eso soy un Ronin.
Soy
un Ronin porque no he seguido la norma de este mundo. Lo normal seria
agredirla, hablar mal de ella por todas las esquinas, obsesionarme y
hacerle la vida imposible, buscar venganza y otras maneras violentas
de reacción. Esos mensajitos de paz y amor que ponen en las redes
sociales son muy lindos, hasta que pasamos por una situación
difícil. De momento carecen de sentido y ni los recordamos. Lo que
ella me hizo, fue desde el punto de vista de cualquiera una mala
acción. Ella lo sabia, su familia lo sabia y por eso el miedo a que
yo fuera a hacerle daño. Y lejos de las ultimas palabras que
cruzamos, hice todo lo contrario. Dejarla en paz, desearle lo mejor,
agradecerle por el tiempo, perdonarla primero de la boca para afuera
y luego de corazón y por ultimo cumplir con sus ultima
petición...desaparecer de su vida. He hecho un buen trabajo con eso
ultimo. Porque ella ha tratado de buscarme y de preguntarle a
personas de mi, pero nadie sabe decirle que ando haciendo en
especifico ni donde estoy.
Tome
un considerable tiempo para mi y me escondí en el lugar donde solía
encontrar paz, el dojo de Kendo. Mi padre decía que después de la
guerra viene la pos guerra, donde viene la reestructuracion y todas
esas cosas. Creo que tenia razón. Para empezar la hermana de mi ex,
es esposa de mi Sensei. Se conocieron por mi casualmente. Y como mi
ex y yo no terminamos en los mejores términos de paz, es lógico que
su hermana piense que tengo algo en contra de ella. Mi silencio y el
seguir viviendo como si no hubiera pasado nada, al parecer la
preocupaba. Tanto que se ponía a regar rumores y chismes de cosas
privadas en su mayoría mentiras entre los estudiantes. Después
venia con la mas radiante sonrisa colgate imaginable a saludarme.
Malo para ella, que los estudiantes o son muy chismosos o son buenos
amigos y me contaban cada cosa que ella presuntamente decía.
Al
principio realmente me molestaba. Pero después, solo me demostraba
quien realmente era y mejor era mantener la compostura y seguir sin
reaccionar. Total, solo bajaría a su nivel y haría lo que ella
deseaba. Entonces con el tiempo, mi Sensei, una de las personas a las
que mas respeto le tengo, empezó a tomar decisiones extrañas
dejándose llevar por sus dos asesores. Uno un Karateka de años y
con dudable experiencia en la administración de escuelas de artes
marciales. El otro asesor, no era ni mas ni menos que su esposa. El
ultimo asesor supuestamente era yo, por ser el estudiante de mayor
tiempo y rango en el dojo, pero rara vez me prestaban atención y
cuando daba mi opinión, me decían que me faltaba mucho por crecer.
Eventualmente mi maestro se dejo manipular por estos dos, porque la
mayoría de sus palabras no sonaban a este, si no a repeticiones. El
dojo se volvió un campo de guerra donde existía la paranoia de que
querían quitarle el dojo o montarle una escuela a otra persona
compañero de dojo.
Existe
una extraña relación entre los compañeros de dojo. Aquellos que
practican de verdad y pelean entre ellos constantemente, desarrollan
una especie de hermandad. Se conoce mucho a una persona por como
actuá en estas situaciones, donde muchas veces somos empujados a
nuestros limites y aun así continuamos. Cuando ves a un hermano de
dojo que se sacrifica por el bien de la escuela y los demás
estudiantes sin esperar nada a cambio, solo por el hecho de que le
gusta lo que hace; es bastante difícil ver que le hagan daño y no
hacer nada al respecto.
Igualmente
cuando ves a una persona a la cual respetas y a su vez te ha enseñado
unos valores, salirse de eso que te enseño, entras en unas
obligaciones o conflictos contigo mismo. Te mantienes leal a un
sistema en el que no crees y te vuelves cómplice del daño,
engañándote a ti mismo como ser humano o le pones un alto dejándote
escuchar. Mi reacción fue por lo que veía que le hacían a mi
hermano de dojo y luego lo que me hicieron a mi por no dejarme llevar
por las normas. La lealtad no se exige, se gana. Y todos somos
hombres mortales.
Y
por eso soy un Ronin.
Porque
no estaba de acuerdo con el camino que estaba eligiendo un lugar de
iluminación y paz, que ahora se volvía un lugar de conflicto y
abuso contra personas buenas y honestas, por paranoias y gente mal
intencionada, que nos acusa a nosotros de mal intencionados. Mi
Sensei me enseño a tener respeto, humildad, a practicar, refrenarme
de conductas violentas, a tener disciplina y sobre todo a luchar por
lo que creo, defender a mis seres queridos y amigos. ¿Como podría
ser yo cómplice de algo así?
En
Puerto Rico somos tan pocos los kendokas que cuando suceden cosas
como estas, se enteran hasta los muertos en sus tumbas. Las personas
que tienen rangos relativamente altos son pocas y por eso algunos
intentan controlarlos, otros mantenerlos en practica y algunos
intentan ayudarlos para que establezcan su propio dojo, algo que le
da unas responsabilidades adicionales al joven kendoka. En Estados
Unidos, Japón y otros lugares donde existen muchos dojos y una
federación estable, existen muchos primeros danes y rangos mas
altos. Aquí en Puerto Rico, como es un poco difícil, el que lo
alcanza sufre a veces del síndrome de grandeza, hasta que llega
alguien de afuera y nos golpea.
Mi
acto de rebeldía fue visto de mil maneras distintas, pero le aplique
el mismo tratamiento del principio de minino a cero comentarios. Creo
un efecto en cadena donde otros estudiantes que comparten nuestra
visión, se salieron del dojo y por eso nos echaron la culpa de estar
reclutando estudiantes. Y aunque no hicimos nada de eso, al contrario
los aconsejamos antes de que tomaran la desicion; estos estudiantes
nos preguntan ¿y ahora que? Sin desearlo creamos un movimiento donde
depende de un grupito lo que valla a pasar ahora.
Gracias
a nuestra pequeña revolución, sectores kendokas buscan unidad.
Gracias a nuestra revolución despertamos a unos cuantos. Porque
todos pueden pensar diferente, no seguir la corriente, no obedecer
ciegamente, soportar los ataques siempre y cuando se crea en lo que
se persigue y ser unos rebeldes pacifistas. En el proceso aprender,
crecer, cometer errores, enmendarlos, no tener miedo a pedir perdón
y mantener la paz. Las transformaciones son interesantes, las
competencias amistosas son motivadoras y aunque a veces hablo con mi
fantasma sin darme cuenta como si la tuviera a mi lado, últimamente
le digo:
Y
por eso soy un Ronin.
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