La tragedia del desinteres.




No es el mismo pero mas o menos se parece

  Siempre necesite un cierre al capítulo pasado de la muerte de mi padre. Algunos capitulos en mi vida no se han cerrado del todo, otros ni siquiera han empezado. Pero este en particular mantenía abierto a pesar de ser imposible revertir el pasado o regresar a mi fallecido Padre a la vida. Por irónico que parezca, tuve la oportunidad despedirme de él  y hasta el indeseado privilegio de verlo abandonar este mundo. Nos intentamos acostumbrar a la idea, pero en mi caso, nunca pude hacerlo o por lo menos concebirlo, hasta hace unos dias atras al salir de mi trabajo.

  Era la tarde soleada de un martes cerca de las 3 de la tarde. Estaba despierto desde bien temprano en la mañana y a veces sufro de insomnio por razones que aun no puedo precisar, pero tampoco me interesan demasiado. Invierto mi tiempo en la lectura o cualquier otra cosa que se me ocurra y sea algo productiva. Este dia estaba cansado y sólo ansiaba llegar a mi casa, comer algo y descansar. Pero según me acercaba a mi carro, note una cadena de esas que se usan para los perros detrás de este enredada a una canasta de esas usadas para transportar los galones de leche.

Según me acerque mas y me agache para ver mejor con precaución claro, vi lo que a primera vista era una bola de pelos color crema. Era obvio que era un perro sucio, maltrado, con la cadena a su cuello como si se hubiera escapado de algún lugar algun tiempo atras. No se movía por lo que pensé estaba muerto. Pero un ruido lejano, hizo que dos ojos marrones y tristes chocaran con los míos. ¿Que se supone que yo hiciera?, fue la pregunta obvia.

  Tengo una imaginación muy activa y solo visualizaba en mi mente las cosas por las que pasó este animal. Era al parecer de raza, desconocida por mi claro. No soy un experto en esos temas. Era pequeño y al parecer, alguna vez tuvo un hogar. Al parecer algo, alguien o por alguna razón, su cadena estaba enredada con esta canasta plástica; la cual para la proporción pequeña de este animal, arrastrar esa caja para todos lados debía ser molestoso. Le hable a ver si se movía y confieso que al principio quise ahuyentarlo para que saliera de abajo del Toyota.

Pero el perro no se movió, solo se quedo observandome con ojos sucios, medio llorosos, cansados y quizás asustados. Su cabeza se tambaleaba como si le pesara el solo hecho de mirar a alguien. Era como si se hubiera rendido a su suerte o a cualquier cosa que llegara a sucederle. Por lo tanto, como tengo un carro de transmisión manual, solo lo puse en neutro y lo empuje para poder visualizar el perro mejor y realmente pensaba irme. Veo perros realengos a menudo, ¿porque debía de interesarme este?

   Parado en la puerta abierta de mi Toyota mire al perro de nuevo. La salida de este escondite, lo motivo a levantarse. No podía mantenerse en sus piernas, de hecho falseo el paso varias veces, hasta que por fin logró levantarse. Se movió lo mejor que pudo hacia la sombra, para luego sentarse y caerse de lado. Estaba indefenso, enfermo, de seguro con hambre, sed y el sentimiento de que no le importaba a nadie. Y por las condiciones en las que estaba era de seguro que muchas otras personas lo habían visto. Hasta aquellos que dicen ser amantes de perros y postean fotos de animalitos lindos en el facebook.

  Y alli estaba yo. Un homo sapiens no muy amante de los caminantes peludos de cuatro patas, conmovido por el olvido, el dolor y la mirada de este triste de este perro. Por raro que pueda parecer, todo esto me transporto a los momentos de convalecencia de mi papa. Llego un punto donde perdio la fuerza en sus extremidades y necesitaba ayuda para comer, vestirse y bañarse. Sin contar el apoyo y el calor humano de nosotros. ¿Que hubiera pasado sin en ese momento lo olvidaramos? ¿Que hubiera pasado si pretendieramos que no ocurre nada y continuaramos como si nada? Caminaramos, pensando que todo estaria bien y se resolveria solo.

 Quizás alguien se tomaría el tiempo de compararnos con ser peor que los animales. Pero con el tiempo ha quedado demostrado ser esa una expresión errónea. Muchas han sido las historias y anécdotas de animales que se ayudan, interactúan a pesar de ser de diferentes especies e incluso se salvan unos a otros del peligro inminente. Es el ser humano quien es consciente de su propia mortalidad al mismo tiempo es consciente de su propio desinterés por los demás. Especialmente por aquellos indefensos. Pero ¿qué pasa cuando somos nosotros los indefensos? Es la ironía de la rueda de la vida.  No pude salvar a mi papa. Eso se sabe de por sí. Nadie podía. Quizás estaría vivo si hubiéramos intentado otros medios menos convencionales. Pero en aquel momento, solo me quedo observar en total impotencia y contarle mentiras de que se salvaría y estaría bien, siendo parte del proceso de la esperanza la cual es lo último que se pierde. Este perro sin embargo, estaba vivo. Quizás si lo ayudaba le conseguirían un hogar, ya que yo no podría tenerlo en mi casa.

  Busque un envase de plástico en el baúl de mi carro, lo pique con una cuchilla que tenía en mi caja de herramientas, y le di agua que siempre cargo para pasar el dia en mi trabajo. No tenía fuerzas para levantarse, mucho menos levantar la cabeza. Por alguna razon me recordo a tiempos pasados, cuando ayude a otro animal que ya no estaba de la misma forma. Solo que aquel era conocido y este…

   Desaparecí  la idea de posibles gérmenes, pulgas, garrapatas o lo que fuera y acaricie al perro. Sentí su corazón latir con fuerza y rápido, pero su pelo sucio y abundante cubría la realidad de su piel. Estaba en los huesos y de lo más seguro deshidratado. Le quite esa pesada cadena y poco a poco le tome mas confianza, hasta que lo cargue. Le acerque el agua y la olfateó primero, para luego lamer con lentitud. Ni siquiera movió la cola para agradecerme, pero esto era a causa de su extrema debilidad. Luego del agua, abrí la puerta trasera del Toyota y lo acomode en el asiento trasero con precaución. Lo llevaría a una clínica veterinaria como a diez minutos de distancia.

    Por el camino conduje lo más rápido que pude. Rebase carros, por poco choco a otros y pase dos semáforos en rojo. Supuse que cualquier policía entendería, ¿verdad? Mire al perro varias veces por el espejo retrovisor, sin embargo sólo veía una bola de pelos en el asiento trasero. No me detuve a fijarme si respiraba o no, porque conducía lo más rápido posible para buscarle ayuda. Encontrar estacionamiento frente a la clínica fue un problema, pero ya había llegado, que eso era lo importante hasta ese momento. Cansado del drama, me estacione bloqueando unos carros, que de seguro entenderán también. Me desmonte como un loco,abríi la puerta trasera y desde que lo vi lo supe…

  Con desesperación lo cargue y lo lleve al interior de la clínica. Obtuve la atención de todos los que estaban en la sala de espera y la mirada sorprendida de la recepcionista a su vez vestida como enfermera y también conociendo, que lo que llevaba en brazos había fallecido. No lo dijo, quizás por mi rostro lleno de lágrimas viviendo otro momento no el presente. Aparecio una doctora de lo mas gentil y quien quiso engañarme revisando al animal. Se lo llevaron y al rato fue a la sala de espera, donde yo esperaba por un animal que no era mío y era un completo desconocido para mi.

  Se sentó  a mi lado, donde yo seguía en mis momentos del pasado como en un trance. Sus palabras nunca las entendí, porque no le preste atención. Lo poco que pude escuchar fue que hizo todo lo posible, pero el animal se hallaba en un estado crítico de deshidratación y malnutrición. Me felicito por mi buena obra y me dijo que no me preocupara, que ellos dispondrán del cuerpo. Yo desconfiado como de costumbre, me importaba poco sus felicitaciones. Quería salvar a ese animal y que tuviera una oportunidad en este desdichado mundo que quizás lo trato mal. Quería pensar que lograría cambiar el destino de alguien. Tambien llegue a
suponer que las palabras de la gentil doctora eran mentiras baratas. Era un perro joven, pero enfermo, realengo y quien nadie pagaria por los cuidados. Yo lo hubiera hecho si fuera necesario. A lo mejor solo lo puso en una mesa…

   Luego de mucha objeción, el perro estaba en el asiento trasero de mi carro. Esta vez empacado en una bolsa plástica negra. Lo lleve al taller de mi hermano, quien tiene un gran patio casi una finca, próximo a un río. Allí busque el lugar más remoto cercano a un árbol y que se nadie le molestaría o intervendría. Alli con una pala, empece a excavar. Alli sepulte al perro y puse unas cuantas piedras que marcan el lugar. Algunas cosas no pueden cambiarse. Pero es de nosotros intentarlo, tener esperanza y no quedarnos con la duda de que hubiera pasado. Si tuviera una máquina del tiempo, viajaría cada vez que fuese posible para cambiar el evento de la muerte de mi padre. Pero la vida es asi y ese era su momento, así como llegara el mio y el de los demás.

 Durante meses he debatido con toda clase de sentimientos. Pero al final se que entre todos hicimos hasta lo posible por salvarlo. El lo sabe y en sus momentos finales nos lo agradeció. Así entonces,físicamente no estará, pero en nuestros corazones y en nuestra memoria siempre vivirá. Porque al final eso es lo que realmente importa. Que sus lecciones nos acompañen y su recuerdo nos saque sonrisas en vez de tristezas.

   Me siento  a menudo en una silla de plástico debajo del árbol, cercano a donde sepulte al perro, cuando no tengo nada que hacer. Tan solo para mirar el celular, descansar disfrutar del paisaje, la sombra y el viento fresco. Allí le hago compañía a un animal que sufrió indiferencia durante mucho tiempo. Allí recuerdo que no debo ser indiferente. Allí recuerdo que no siempre se llega a tiempo, pero tampoco es demasiado tarde para empezar de nuevo.



Comentarios

Publicar un comentario