Para
practicar Kendo en Puerto Rico se necesita estar un poco loco. Es
algo extraño en esta la llamada isla del encanto, donde somos unos
pocos y así estamos de separados. Como si miles de millas nos
distanciaran. Es mucho mas fácil optar por otro tipo de arte marcial
con mayor popularidad y oportunidades de competencia. La nueva
generación es victima de los que cometieron errores en el pasado,
quienes pensaban mas en ellos mismos y donde quedaría su nombre que
en el futuro de los estudiantes. Es ese uno de los problemas
principales.
Uno
debe abandonarse así mismo y pensar en los demás. No significa el
no crecer como ser humano y otros campos de la vida. Significa pensar
en tu compañero. En los estudiantes que están y los que llegaran.
En como hacer que Puerto Rico este a la par con otros países
latinoamericanos; quienes con menos hace mas y sin temor a
equivocarme en este punto de la historia, practican un Kendo superior
al nuestro. ¿Como es esto posible?
Mientras
aquí se disputan quien es el jefe indio, afuera se preocupan por lo
que realmente es importante, la practica. Son humildes, se dejan
llevar para obtener conocimientos y tener exposición con otros
competidores vecinos he internacionales. Lo mas interesante es que
buscan unirse por el bien de todos, pero sobre todo por el futuro de
todos. Aquí en la isla del encanto, un certificado colgado en la
pared, en un rango considerado bajo a pesar de decir “Dan” al
lado del numero; es suficiente para que a los maestros se les crucen
los cables y se les infle el ego. El lema oficial de esa linea de
pensamiento: “Afuera somos del montón, pero aquí mandamos” Y
con eso desean mantener control en su terreno, con actitudes
negativas, comentarios despectivos de la integridad de otros posibles
instructores y si pueden hacer alguna maldad en el proceso, para
proteger sus intereses; y evitar el crecimiento de otro dojo al cual
no puedan controlar, lo llevan a cabo sin pensarlo. ¿Y que pasa con
los estudiantes?
Se
dejan llevar por las ideas contaminadas de sus maestros, porque
después de todo, son sus maestros. Como si se tratara de la era
Tokugawa en el Japón Feudal, aíslan a sus estudiantes, evitan que
se relacionen con otros del mismo arte y los kenshi de la isla del
encanto, están divididos en campos de concentración. Practicando
siempre entre ellos mismos, evitando cualquier tipo de relación,
pero con la curiosidad de ver a los del otro bando, porque sienten
ese deseo de relacionarse. De conocer a aquellos hermanos de armas
con quien se les ha negado cualquier tipo de contacto. Entonces la
pregunta: Pero ¿si el maestro esta tan seguro de si mismo y de lo
que se enseña; a que se le debe entonces tanta regla y rivalidad?
Empezamos
con el hecho de que estar alejado trae consigo la creación de
teorías y técnicas regionales. Explicaciones a técnicas o manera
de hacer las cosas, que no necesariamente son correctas. Siguiendo
con el temor de un enfrentamiento entre dojos, el cual podría poner
en entre dicho su capacidad de enseñanza y también lo que enseña.
Por consiguiente, como no puede controlar el resultado, y control es
su característica principal, los estudiantes pagan las consecuencias
sin saberlo en muchas ocasiones.
Y
si se tiene a todos los dojos sin comunicación en una actitud
similar, falla la cadena de conocimiento externo y la comunicación
no fluye. Dependen de un ser quien pierde su figura de maestro y en
algún punto se convierte, en la única fuente de conocimiento, quien
a pesar de ser un mortal, toma el deseo de ser divino he
indispensable. Por otro lado, también muy interesante, si la
comunicación regional falla, la externa continua como de costumbre,
pero no para beneficio de los isleños alocados quizás por el mucho
sol.
El
mundo kendoka es grande y pequeño a la vez. Por tal razón cuando
maestros se juntan en eventos especiales, siempre sacan el tiempo
para hablar de lugares que han visitado, futuros integrantes de las
federaciones, chismes internos y no debe faltar, los problemáticos o
grupos alocados. Ahora, es bien difícil traer gente para Puerto Rico
relacionada al Kendo para que impartan su conocimiento a través de
seminarios y si es posible examinaciones. Ahora imaginen que se ande
comentando la difícil situación de Puerto Rico y la loquera de los
isleños. Eso solo como que complica las cosas un poco mas ¿no
creen? ¿En que termina todo esto?
Aislados,
olvidados y en peligro de extinción. Siendo victimas de las
actitudes incongruentes de maestros quienes se disputan quien
introdujo el Kendo primero a la isla o cualquier otra cosa sin
sentido que se les ocurra a sus mentes afectadas por la radiación
solar. Es un pasado en cierta manera triste, sin apreciación por el
esfuerzo diario de los estudiantes. Es lo que estuvo ocurriendo en
cierta forma por un tiempo considerable en la isla de Puerto Rico. Y
digo por un tiempo considerable, porque una nueva generación esta
creciendo.
Debo
confesar que como practicante de Kendo y de paso a unas situaciones
que ocurrieron y continúan reflejándose de distintas maneras, había
casi perdido mi esperanza. ¿Como es posible que para practicar un
arte deba casi luchar con mis hermanos kendokas o con mi propio
maestro? Aunque me dieran palabras de motivación, estuve muchas
veces a punto de rendirme y dedicarme a otra cosa. Practicar Kendo en
la soledad de mi casa sin esforzarme por nada mas. Como muy bien se
que muchos kendokas han hecho. Unos cuantos incidentes cambiaron mi
forma de pensar poco a poco, pero la ultima reafirmo mi dedicación.
Por
casualidad me contacte con otro grupo de Kendo quien continua su
practica continua en un lugar libre de costo. Han salido de un
maestro de reputación dudosa y de esa generación de shogunatos.
Decidí visitarlos, pues les había extendido el deseo de poder
practicar con ellos. Nunca había visitado un dojo de Kendo que no
fuera el mio y como samurai errante por el momento, no me vendría
mal conocer por vez primera a otros compañeros en el arte. Desde el
principio me parecieron personas muy buenas y humildes. Al principio
tuve mis dudas, pero al ver su practica y la dedicación con la que
se esfuerzan por enseñar a sus estudiantes tuve esperanza renovada.
Era como estar de regreso en casa. En un lugar donde solo se hablara
Kendo. Después de una buena practica de esas que hace tiempo no
realizaba, prometí seguir acudiendo a visitarlos, siempre y cuando
mi trabajo me lo permitiera.
No
importa cuanto traten de controlarlo algunos por razones que no
vienen al caso, se respiran nuevos aires, mentalidades y deseos de
crecer y practicar. Tuve que reirme solo muchas veces en esta pasada
semana, aquellos que querían detener el Kendo y restringirlo como si
fuera de su propiedad, se van a llevar tremenda sorpresa. Para
practicar Kendo en Puerto Rico se debe estar medio loco. Pero a
veces, dicen por ahí, existe algo de razón en la locura.
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