Los Santos de la Espada Intro 3 Parte

 


 Me tomó tiempo continuar con esta serie. En parte fue porque olvidé quede en realizar una tercera parte. A eso se le añade asuntos personales de la vida cotidiana. Por cosas de la vida y por lo lento que está mi trabajo, empecé a revisar viejas entradas en mi blog. Algunas tienen errores ortográficos por la rapidez de uno escribir. Otras quizás merezcan algún tipo de edición. Me pasa por la mente, surge la idea, pero del dicho al hecho es un gran trecho. 


Luego de pasado el tiempo, tengo una perspectiva diferente de estos seres ancestrales de la espada. Podría continuar hablando del milenario estilo Kimi Do, la extinta Jedaiken y otros locos que andan por ahí. No hace mucho vi una foto de Karatekas quienes buscaron a otro de los suyos, con un supuesto y amplio conocimiento en Iaijutsu, Kenjutsu y otras vainas terminadas en Jutsu. 


Sin embargo, yo no escribo esto para desarrollar una cacería de brujas. Tampoco estoy en la cruzada de exponer  gente realizadora de inventos y mentiras. Porque al final del día esto es para entretenerse y pasarla bien. Por lo tanto si la persona que practica se siente bien, le funciona y se ejercita en el proceso ¿quien soy yo para criticar eso? 


Creo que con la descripción de los dos primeros, si alguien se tomó el tiempo  en leer esto, debe ser suficiente para conocer el “modus operandi”de esta gente. No solo en artes marciales relacionadas al uso del sable; sino también en otros estilos. El buscón está en todos lados. Parado en el púlpito de una iglesia, parado frente a tu casa para venderte un producto milagroso o aquel quien va enseñarte una técnica de lo que sea. La cual descubres para tu pesar y en algún punto de tu vida, que es una mentira. 


Estos temas trato de tratarlos con mucha precaución y respeto. Siempre tengo el temor de verme como una persona llena de ego, dedicándose entonces a criticar a los demás, quienes no hacen lo que yo hago o con quien tuve  algún tipo de diferencia. 


Y es que el ego es una pócima venenosa. Se encuentra dentro de nosotros y en determinados momentos sale a relucir. El ego nos ciega. Nos pone en una montaña falsa, haciéndonos creer seres diferentes, fuertes e invulnerables. Todo lo deseamos controlar, nos pertenece y cualquiera que exponga algo, pregunte, cuestione o aporte; es una clara amenaza a nuestra posición. 


¿Qué pasa cuando el ego anda rampante en uno o varias personas dentro de un grupo? ¿Qué sucede cuando el asunto no es en el exterior y le podemos restar importancia, si no que se encuentra dentro del grupo? 


Cuando un líder se convierte en alguien prepotente, autoritario, decide a dónde vas y donde no, su palabra es ley y se debe creer, aunque sea altamente cuestionable, no se lleva con nadie y su técnica o estilo es lo  mejor superando a todo lo demás. Rara vez se pone bajo la situación de recibir instrucciones o consejos. Más bien prefiere asumir el rol de liderazgo constantemente y estar pendiente a los demás en vez de él mismo…


Eso mi estimados, luego de mucho pensamiento, es un Santo de la Espada. Y a eso nos dirigiremos en el tercer capitulo de esta serie…

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